Llega septiembre y con él la esperada vuelta al cole, pero para hacerlo de forma correcta hay que llevar a cabo una serie de pautas previas. Además del protocolo COVID para la vuelta segura a las aulas hay otros aspectos a controlar, los insectos.
La protección de todos los alumnos y docentes es primordial en un centro educativo, por ello, garantizar la higiene y salubridad de todas las instalaciones es clave. Comienza entonces la puesta a punto del centro con tratamientos de desinfección, desinsectación y desratización adecuados.
Por qué debes controlar las plagas en centros educativos
El tratamiento y control de plagas en escuelas, institutos, guarderías y universidades, entre otros centros educativos como academias, resulta un aspecto crítico. Garantizar a madres y padres que sus hijos se encuentren en un ambiente sano los tranquiliza y les da seguridad.
Los centros escolares son uno de los ambientes más delicados a tratar, ya que una infestación supone un riesgo para la salud de alumnos y profesorado. Los insectos y roedores transportan microorganismos patógenos que, depositan como agentes infecciosos en alimentos y utensilios.
La existencia de zonas en las que se depositan alimentos, como las cocinas de comedores y amplias zonas de jardines y recreo son factores que propician la proliferación de plagas. Estos individuos buscan cobijo y alimento y los centros educativos son el blanco perfecto para ellos.
Además, el sector de la educación está sometido a estrictos controles que deben de satisfacer antes del desarrollo de su actividad y tener controlado antes de la vuelta al cole. En este caso, deben contar con un certificado sanitario DDD.
Este certificado es obligatorio en otro tipo de centros en los que se realicen actividades en las que se manipule y se sirva comida. Este hecho se da en todos los colegios al contar con comedor, cocina o catering para los alumnos.
Y no sólo zonas de cocina o comedor son atractivas para instalarse todo tipo de plagas, sino que también lo son los desayunos y tentempiés de alumnos y profesores. Sándwiches, bocadillos o snacks generan residuos en zonas ajardinadas que suponen una fuente de alimento para insectos y roedores.
Por todo ello, el control de plagas en escuelas se convierte en un factor vital de obligado cumplimiento por todos los centros educativos.
Plagas comunes en colegios e institutos
La prevención en el control de plagas es fundamental, así como un diagnóstico de la situación del centro escolar elaborado por una empresa profesional. De esta forma se desarrollan medidas eficientes y se utilizan tratamientos adaptados al nivel de infestación y al tipo de plaga.
Las plagas más comunes en los colegios son cucarachas, roedores, avispas y hormigas. Si bien es cierto que, la más peligrosa para la salud de los pequeños es la famosa oruga procesionaria del pino.
Este insecto tiene pelos urticantes que suelta en caso de sentirse atacado y, a su vez, libera histamina que provoca serias reacciones alérgicas en la piel. La procesionaria del pino tiene dos etapas en las que se debe erradicar, en otoño cuando hacen los bolsones y en primavera cuando bajan a tierra.
Este es el motivo por el que se debe contar con una empresa profesional en servicios de control de plagas en colegios antes de iniciar el curso escolar. El objetivo es prevenir insectos, infecciones y plagas tan peligrosas como esta.
Desde Traconsa recomendamos extremar la precaución a la hora de elegir a la empresa responsable para realizar tratamientos contra las plagas en colegios. Pues deben cumplir una serie de requisitos:
- La empresa debe estar inscrita en el Registro Oficial de Establecimientos y Servicios Plaguicidas/Biocidas.
- El personal técnico debe poseer el certificado para poder realizar tratamientos contra las plagas establecido en el RD 830/2010.
- Los productos biocidas utilizados deben estar registrados y autorizados por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.
En Traconsa, como empresa de control de plagas en colegios, cumplimos los requisitos mencionados anteriormente. Además, conocemos la vulnerabilidad de los más pequeños frente a los productos químicos, por lo que utilizamos tratamientos alternativos.